Sandy (Yumi) tiene una vida apacible y feliz junto a su familia, gerentes de una floristería, y sus amigos del colegio, a pesar de vivir en las nubes y no ser muy buena estudiante. Su sueño es ser una autora de manga y pone todas sus fuerzas en dibujar, que no se le da nada mal a pesar de su edad. Durante el Festival de las flores, dibuja en las paredes de la casa de Lady Fukurokouji y tras ser obligada a limpiarlas, vuelve a casa donde se encuentra entre las plantas a dos duendes, Pico y Paco (Keshimaru y Kakimaru), que le otorgan una varita mágica con la que podrá hacer realidad todo aquello que dibuje en el aire durante un tiempo limitado. Así, Sandy correrá mil aventuras de las que saldrá indemne gracias a que sus dibujos cobran vida, especialmente cuando se mete en problemas con la ricachona obesa de Lady Fukurokouji.
Sin duda alguna, uno de los magical-girls más originales (dentro de lo que cabe) de los años 80, fruto de los prolíficos animadores de Studio Pierrot, el estudio que más ha insistido en este género junto a la Toei.